martes, 4 de octubre de 2011

Entrevista a Mireia Miro

Fuente: www.jotdown.es

Cuando veo a Mireia Miró (Barcelona, 1988) me quedo sin aliento, pero no sé si es porque me he enamorado o es culpa de los interminables escalones que hay que subir para llegar al Santuario de Queralt (Berga, 1.200 m. de altitud) donde nos ha citado. O un poco de cada. Esta mujer pequeña, fibrada y nervuda lleva una doble vida: esquiadora de montaña en invierno, corredora de montaña en verano. Ganadora durante todo el año. Deportista casi por casualidad, a sus 23 años su palmarés no cabe en las cuatro líneas mal contadas que los periódicos deportivos dedican de ciento en viento a estos deportes incluso más minorizados que sacrificados, que ya es decir, así que es casi un milagro saber algo más de ella fuera de los círculos de iniciados. Y merece la pena conocerla: licenciada en Educación Física, bombero en potencia, políglota y fan de Sexo en NY (nadie es perfecto), entre muchas otras cosas. Titán de la resistencia, se proclamaría campeona mundial de resilencia si existiera un certamen de tal cosa. Exprime las oportunidades que la vida y el deporte le ofrecen y en su diccionario no aparece la palabra “queja”. Atrápala, si puedes.

¿Cómo empezó todo? Porque tú, siendo niña, ni corrías ni esquiabas. ¿De repente te pusiste a correr y te diste cuenta de que se te daba bien?

Soy de Barcelona, había hecho mucha natación y siempre iba a la montaña con mis padres, por la zona del Pallars. Entré al Centro de Tecnificación de Esquí de Montaña, por casualidad. No me puse a correr de golpe, fue una progresión. Hacía esquí alpino con mis padres y me defendía bastante bien, y el de montaña lo había probado a través de la UEC de Gràcia. Nos introducían a distintos deportes de montaña: esquí, BTT, escalada, espeleología… todo lo había probado. Cuando empecé con el esquí de montaña por no me gustó demasiado, me dio la sensación que era un deporte de dinosaurio: muy pesado, muy lento, cansaba subir y al bajar no disfrutabas… En esa época estaba escalando y quería ver cómo funcionaban los centros de tecnificación de escalada y alpinismo de la Federació d’Entitats Excursionistes de Catalunya. Existían tres centros: escalada, alpinismo y esquí de montaña. Miré sus webs y las pruebas eran en diciembre, para el de alpinismo había que ser mayor de dieciocho años y yo no lo era… así que pinché en esquí de montaña. Las pruebas eran ese mismo fin de semana y no tenía ningún plan mejor. Pensé que si no me gustaba la gente o el deporte, lo dejaba y fuera. Las pruebas no eran muy selectivas, sirven más para que ellos se hagan una idea del nivel que tienes. No echan a nadie.

Pero nada parecía indicar entonces que te ibas a convertir en una deportista de élite.

No apuntaba maneras, no (se ríe). Las mías eran otras maneras. Siempre he sido una persona con mucha energía y la he tenido que canalizar hacia un sitio u otro. Ahora a través del deporte y antes… a través de otros sitios.

¿Te lo hubieras creído hace 5 años si alguien te hubiera dicho dónde estarías ahora?

No, no, jamás. Entre copa y copa no me lo hubiera creído (ríe a carcajadas)

¿Y, de momento, ha merecido la pena tanto sacrificio?

La verdad es que sí. Ha sido todo muy natural, no he forzado nada. Es una experiencia muy bonita, he aprendido mucho en estos cinco años. Me ha hecho cambiar la visión sobre muchas cosas. Además también ha sido una experiencia personal muy enriquecedora. Tienes que dejar que las cosas fluyan y aprovecharlas tal como llegan.

Pero ¿jamás te dijiste a ti misma “quiero llegar a ser campeona del mundo de esquí de montaña”?

No, jamás. Me lo he ido encontrando. Aunque siempre les digo a aquellos que dicen que soy muy afortunada que la suerte hay que buscarla. Hay que estar en el sitio y el momento adecuado, pero tienes que saber llegar ahí y aprovechar las oportunidades que se te ofrecen. Y en esto sí he tenido ojo y la gente que he tenido alrededor estos cinco últimos años me ha enseñado mucho, siempre he podido confiar en ellos.

¿Hay algo que eches de menos? ¿Alguna renuncia que te haya costado más que las demás?

A veces sí pienso en la vida que podría estar llevando. ¿Qué estaría haciendo ahora si no hubiera acabado aquí? Pero soy de las que piensa que una vez que escoges algo ya no debes plantearte si has hecho bien o mal, porque eso te impediría disfrutar de lo que estás haciendo. Siempre he intentado disfrutar del momento. Nunca he pensado “dentro de dos años quiero ser campeona del mundo de esquí de montaña”, porque cuando te proyectas en el futuro no puedes vivir el momento. Por ejemplo, el verano lo paso aquí y si estuviera pensando ya en el invierno me iría a dormir cada día antes de las 11 de la noche, me levantaría cada día a la misma hora, no vería a nadie… estoy aquí y me gusta disfrutar de la gente que está aquí. Ayer salí a tomar algo, una horchata ¿eh?, quería salir sólo medía hora y estuve casi dos. Dije a mis amigos “¡me habéis liado! ¡Tenía cosas que hacer!” pero ellos me replicaron “¡sí, pero tus amigos también quieren verte!”. Hay también un lado humano que es muy importante, me gusta quedar con gente, tomar algo en una terraza, llevar una vida que en invierno me cuesta más.

¿Se puede compatibilizar tu vida profesional con tu vida social, familiar, sentimental…?

Haciendo lo que hago tengo un equilibrio emocional. No puedo decir que sea compatible porque no lo es, pero no lo echo de menos. Si lo echara de menos me plantearía lo que estoy haciendo y quizá pondría una fecha límite. Diría “hasta aquí”. Vida sentimental, vida familiar, los amigos… por mi manera de ser me voy un mes sin dar señales y cuando llego les llamo es como si nos hubiéramos visto el día anterior. Mis amistades son así, gente de montaña que entiende este tipo de vida. La gente que tengo a mi alrededor me entiende, entiende que estoy compitiendo. Ahora hace un año que me fui de Font Romeu, donde me dedicaba por completo al entreno y a la competición, y quizá sí me he podido involucrar un poco más. Pero la gente entiende que de esto no viviré toda mi vida y que tengo que aprovechar ahora, que no puedo dejar escapar este tren.

Pero ¿y la familia?

Mi padre tiene como hobby hacer fotografías y me sigue a las carreras, porque si no apenas me ve. El año pasado ni siquiera pasé la Navidad en casa y eso sí me supo mal, era la primera vez que lo hacía. Llegaba de unas actividades promocionales, estaba saturada y necesitaba desconectar. Mis padres lo entendieron muy bien. De casa me fui con 17 años, estuve tres años en Font Romeu, después en los Alpes. Cada vez me han ido viendo menos, pero siempre han respetado lo que he decidido y siempre me han apoyado. Ellos dicen que me ven feliz haciendo lo que hago y que es lo único importante.

¿Te sientes aislada o te aíslas de manera consciente? ¿Tienes opinión sobre lo que sucede a tu alrededor: la crisis, el 15M, las elecciones…?

La verdad es que apenas presto atención. De hecho, no sabría decirte ni de dónde soy: he vivido en Barcelona, luego Font Romeu, he trabajado en Aragón, en Aigüestortes, vivo en los Alpes, ahora me voy a Tignes a un glaciar y no sé cuándo volveré… Llevo un tipo de vida que no me permite estar pendiente. Aunque sí tengo claro que me gusta Cataluña y que tengo ganas de volver e instalarme cuando acabe mi carrera deportiva de alto nivel. Pero no sé si luego prestaré atención a las cosas que pasan, quizá sea un defecto de fábrica.

¿Volverás a Barcelona?

¿Barcelona? No, de momento no. No echo de menos la vida urbana. Mis padres son de Horta – Guinardó, viven al lado del Turó de la Rovira… pero no, ni siquiera me lo he planteado. Lo que sí tengo ganas es de volver el verano que viene a algún otro sitio de Cataluña. Conozco la Cerdanya, ahora el Berguedà… y tengo otros en la cabeza donde me gustaría instalarme un tiempo, ver cómo son.

¿No te gustaría vivir en otro país, donde serías más valorada?

Hay países donde me hacen más caso, sí, pero la vida deportiva dura lo que dura y, la verdad, prefiero que me conozcan por ser yo misma, Mireia Miró, que por ser campeona del mundo. En otro país quizá me reconocerían más, pero tampoco necesito que me pongan en un altar.

No se trata de canonizar a nadie, sino de que el esfuerzo tenga una recompensa que te permita vivir con cierta holgura. ¿De qué vives?

Estoy con Dynafit, que es una marca alemana; becas, carreras… Estás bastante sujeto a los resultados que consigues pero bueno, vas trampeando. En otros países, como Italia, Suiza o Francia tienen cuerpos estatales que te permiten dedicarte a ello profesionalmente. En Italia están en el ejército, en Suiza son guardas de frontera, en Francia en la gendarmería… pero no trabajas como tal, sino que formas parte de un grupo deportivo, tu trabajo es entrenar. Aquí esto no existe y la verdad es que si lo tuviéramos me daría una seguridad que ahora mismo no tengo. Las becas públicas aquí (se ríe)… La Generalitat da becas pero con la crisis las recortaron el año pasado y este no ha salido nada, estás sujeto a la economía del país y lo primero que recortan son las ayudas a los deportistas, y yo lo comprendo. Si el país va mal por algún sitio hay que apretarse el cinturón.

¿Crees que es justa la relación entre el esfuerzo invertido y los réditos obtenidos?

No me parece justa, pero no me haré la víctima. He escogido este deporte, nadie me ha obligado a ello. Si hiciera otro deporte seguramente podría estar viviendo mejor pero ¿de qué me sirve quejarme? Disfruto entrenando, compitiendo… Si es lo que has escogido… estuve viendo un programa en TV3 donde salía Pau García Milà y decía que no ganaba más de 1.000 € mensuales. Yo pensaba, este chico podría estar en cualquier otro sitio y cobrar muchísimo más. Pero no es lo que le interesa.

¿Cómo os lleváis entre los competidores de élite? ¿No hay tensión entre vosotros porque sois muchos para un botín tan exiguo?

Nos llevamos bien justamente por eso, porque hay muy poco que repartir. El ambiente en los deportes de montaña es muy sano y agradable. A veces voy a las carreras más que nada para ver a la gente, para reírme con ellos, porque es gente que sólo ves en las carreras. Me da pena cuando terminan las temporadas porque pienso que quizá no volveré a ver a ese checo, o a ese polaco. Son gente muy divertida y, en general, compartimos un mismo espíritu. Por eso creo que es muy importante la tarea de los centros de tecnificación, transmiten este espíritu. Uno de los requisitos para permanecer en ellos es aprobar los estudios. Siempre prima el esfuerzo antes que las cualidades. Cuando yo entré me dijeron que tenía buenas cualidades, pero me lo ilustraron con un ejemplo: “preferimos un seiscientos y exprimirlo hasta ponerlo a 6.000 revoluciones que un Ferrari que sólo ponga segunda y no pase de las 1.000”. Te demuestran que creen más en el esfuerzo y la constancia de quien se implica que en otro que a priori sea muy bueno pero pase de todo.

Eres licenciada en Educación Física, te has sacado la licencia de submarinismo, ahora estudias para bombero… ¿Estás ya preparándote para cuando abandones el deporte de élite?

Con 14 años decía que quería ser bombero. Desde siempre, no me preguntes por qué, no puedo encontrarle una explicación. Terminé INEF y me he tomado este año para dedicarme sólo a entrenar y competir, pero ya empezaba a sentir la necesidad de abrirme a otras cosas. Era el momento. Sé que mi rendimiento se puede resentir, tengo muy claro que no se puede hacer todo y menos si lo quieres hacer bien. De momento he empezado a estudiar, pero ni siquiera han publicado la convocatoria de plazas ni se sabe cuando serán, así que ya iré viendo. Las oposiciones son bastante largas, nadie te garantiza aprobarlo todo a la primera y de momento mi prioridad sigue siendo entrenar, pero en el tiempo libre aprovecho para estudiar.

¿Te gustaría seguir vinculada al mundo del deporte una vez termines tu carrera?

Más que trabajar en él, me gustaría transmitir los valores que me han legado. Me gusta ir de vez en cuando al centro de tecnificación, entran muchos chicos jóvenes, de 14-16 años y siempre buscan un modelo. Parece que me esté tirando flores pero esta gente se ve reflejada en mí, o en Kilian [Jornet], gente que estamos haciendo cosas fuera de lo normal pero que a la vez somos próximos. Quiero hacer buenos resultados deportivos, pero también es muy importante la imagen que proyecto a los jóvenes, a la gente que empieza. Si en una carrera paso de uno que empieza pensará “vaya panda de subnormales”, pero en cambio si le animas un poco, a poco que le digas, de seguida se anima a continuar, a entrenar.

¿Crees que ser mujer y competir en deportes tan minoritarios es tener un doble hándicap de partida?

No he sido hombre, así que no sé cómo lo tienen ellos. Conozco a mujeres que ponen el grito en el cielo por esto, pero no tenemos que ser tan exagerados. No tenemos que echarle las culpas a todo el mundo. En un deporte como el nuestro yo hago buenos resultados pero los hombres están preparados para tener un rendimiento mejor. ¡Jamás he visto a un hombre en gimnasia artística! Yo no podría hacer nada de lo que hace Kilian, o debería hacerlo adaptándolo a mí, con más días, o menos kilómetros… pero entonces la gesta deportiva, lo que es la gesta, ya no sería tan buena. Es cierto que en mi deporte la distancia entre hombres y mujeres es menor… hay hombres que se toman bien que les ganes y otros no tanto. Hay de todo.

¿No cansa ganar? ¿Soportar la presión de tener que seguir ganando?

A veces la gente se extraña por verte siempre delante, siempre ganando. Pero las sensaciones no son siempre buenas. Es una cualidad que también tenemos que tener: estar en la línea de salida y no dejarle saber a la de al lado que estás fatal. Hay carreras en las que llevas una marcha más o una marcha menos… pero la gente sólo ve el resultado final. Y antes que eso han pasado muchas cosas. Este verano he hecho bastantes carreras y al día siguiente ya estaba bien para salir a entrenar, pero en julio hice un par de carreras en los Dolomitas y entre carrera y carrera entrené sólo tres horas en toda la semana. Estaba hecha polvo. Al fin de semana siguiente volví a ganar, pero después de aquella tuve que estar cuatro o cinco días sin hacer nada (aunque aproveché para hacer un curso de submarinismo –se ríe-). No podía casi ni caminar. Sobre el papel parece todo muy espectacular, pero detrás hay mucho trabajo.

¿Conoces casos de dopaje en los deportes de montaña?

Ha habido un par de casos, pero vivimos en los mundos de Yupi. Estamos aislados de todo esto, quizá porque es minoritario. Hay poco dinero, los que ganan no se hacen de oro, así que ni siquiera te lo planteas porque no te merece la pena. A mí jamás me han tentado, como mucho con una cervecita (se ríe). Lo que pierdes por lo que ganas no tiene sentido. En el ciclismo, donde hay miles de ciclistas, es dificilísimo llegar al nivel, es muy exigente y los premios de las carreras son muy buenos… ¡Pero es que a nosotros no nos pasa!

Tu manera de entender las vacaciones es un tanto peculiar: competir en carreras de montaña de larga distancia.

Esto del verano vino poco a poco. Hace cuatro años trabajaba en un refugio y estaba de vacaciones en los Alpes con la furgoneta y fui a ver una carrera en los Dolomitas en la que corría Kilian. Su hermana tenía un dorsal, pero se había lesionado un tobillo y faltando un cuarto de hora para la salida me dijo que ella no corría y que si quería su dorsal. Total, que me puse el dorsal y cuando crucé la línea de llegada anunciaban a Naila Jornet y yo me escondía porque Naila y yo no nos parecemos en nada (ríe). Me quedé durante toda la semana con ellos, entrenando como cosacos, y el fin de semana siguiente hice otra carrera con Kilian. Esas dos primeras carreras me fueron muy bien y además en los Alpes, en Italia, probablemente el país del mundo donde este deporte está más desarrollado y se le da más importancia.

¿Algún día te veremos compitiendo en atletismo en ruta o en esquí nórdico? Demasiada gente desmerece vuestras especialidades como las hermanas pobres de las disciplinas olímpicas y parece que hasta que no lo hagáis no os tomarán en serio.

No es que la gente me agobie con esto, pero sí que tengo ganas, más adelante, de probar una maratón para ver qué es. Creo que es muy distinto de lo que hacemos pero me parece muy curioso que la gente se pase tanto rato corriendo al mismo ritmo. Nosotros en la montaña tenemos muchos cambios de ritmo. Prepararse una maratón, buf. Ahora mismo, no, porque si te la preparas, te la preparas para terminarla con dignidad. Si hago una maratón no quiero estar más de una semana parada. Un día lo probaré a ver cómo se me da. Todo llegará. No somos planos, somos redondos… todo evoluciona, todo progresa. Aunque no me gustan estas palabras, ni progreso ni evolución. Son cambios. No es mejor o peor, es distinto. Y todos buscamos incentivos, yo no puedo vivir cada día igual. Una semana haciendo lo mismo cada día y me pregunto ¿pero qué haces? Y esto puede pasar de un día para otro, o de una semana para otra, o de un año para otro y hace que te vayas replanteando las cosas a medida que llegan, ya sea en el ámbito laboral, como lo de estudiar para bombero, o deportivo, como lo de la maratón. De todo lo que me pase los próximos años yo sólo controlo una parte; cuando quieres tener demasiado control sobre algo es cuando lo pierdes del todo. Hay que dejarlo fluir, eres como un río y te abres paso por el sitio que ofrece menos resistencia.

¿Crees que la crisis ha llenado las calles y las montañas de nuevos corredores?

Más que por la crisis, estamos en un momento de cambio de mentalidad y el deporte de resistencia —atletismo, ciclismo, natación— ha pasado a vincularse con la salud. Para la gente que trabaja todo el día hay pocas opciones: o te apuntas a un gimnasio o sales a correr, es lo más sencillo. Coges unas zapatillas y corres. En la montaña el nivel, tanto en cantidad como en calidad, está subiendo muy deprisa. Incluso en las ultras, que es algo que a mí me extraña. A este tipo de pruebas les veo fecha de caducidad, porque hay gente que corre una ultra y se queda tocado de por vida; hará una por año, quizá durante sólo un par de años. El deporte y la competición son una manera de darse recompensas a uno mismo, de decirse “soy capaz de hacer esto sin hacerle daño a nadie ni a mí mismo”, siempre que tengas el objetivo claro y no hagas castillos en el aire. Si corres quince minutos al día no vas a ganar la maratón olímpica. Hay mucha gente que va a las maratones a competir consigo mismo. Estos deportes acaban siendo tú contra ti mismo, fijarte en ti, escuchar tu cuerpo, tus sensaciones.

¿Recibís de los medios la atención que vuestros deportes merecen?

A veces nos tratan como a monos de feria y a mí me molesta. Pienso que para qué sirve competir, ganar copas y campeonatos del mundo si al final interesa mucho más que hagas cualquier animalada que, si te lo propones, la acabas haciendo. Competir es muy duro, pero al final se le acaba prestando mucha más atención y dando más importancia a las salvajadas. El esquí de fondo es un deporte superminoritario, con muy pocos practicantes que entrenan muchísimo, que compiten todo el año y no les hacen ni caso. Es nuestra profesión y aunque la gente crea que tenemos todo el día libre, yo me levanto a las 7 de la mañana para salir a entrenar. Hay días que tengo doble sesión, gimnasio, fisio… nos pasamos muchas horas entrenando, compitiendo, preparando el material, preparando carreras, pasamos cada fin de semana fuera. Inviertes muchas horas pero sólo importa si haces cosas fuera de lo común. Coges cualquier periódico deportivo y la mayoría de las páginas hablan de fútbol. Pero claro, el fútbol mueve lo que mueve; la pescadilla que se muerde la cola.

[Se interrumpe para hablar con unos mossos que bajan de escalar. "Siempre hay que estar a buenas con ellos", me aconseja]

¿Fútbol o deporte minoritario? En realidad no es esa la pregunta. La pregunta es ¿fútbol o cualquier otro deporte? Las carreras de montaña tienen más repercusión que el esquí de montaña, eso está claro. A principios de julio estuvimos deportistas de distintos países con Salomon en Font Romeu y cada mánager invitaba a periodistas de su país. Te das cuenta que gente interesada sí hay, éramos mucha gente. Pero luego abres un periódico y hay fútbol y un poco de otros deportes.

Y tú, ¿sigues otros deportes?

No. Mira, ayer me enteré de que hoy jugaba el Barça. Tampoco tengo internet en casa. Tengo otras aficiones. Cuando estudié INEF hice la especialidad de deporte adaptado y la gente me preguntaba por qué no me especializaba en entrenamiento, que lo tendría muy fácil. Pero yo les decía que entreno cada día, cuando quedo con gente hablo sobre entrenos… no tengo ganas de estudiar entrenamiento. Me lo paso muy bien entrenando pero ya tengo suficiente con lo mío. Con el deporte me pasa un poco esto. Me gusta por ejemplo ver la Fórmula 1 o las motos. Antes no me gustaban nada pero mis padres me dijeron que tenía su gracia y un día eché un vistazo y sí, tiene su gracia: las clasificaciones, los neumáticos, es un show. Sí que me gusta verlo, pero para que te hagas una idea jamás he entrado a la página de Fernando Alonso.

La sombra de Kilian Jornet es muy alargada. ¿Crees que la atención que se le presta os beneficia o que, por el contrario, consume el poco espacio mediático del que disponéis?

Yo creo que lo que ha hecho Kilian es impresionante. Es un genio que disfruta de su don. Lo que él ha hecho para los deportes de montaña es algo sin precedentes, nos ha beneficiado mucho. Ahora se habla poco, pero es que antes no se hablaba nada. Ha abierto el camino. Todos nos fijamos en modelos, cogemos un poco de aquí, un poco de allí… y él hasta cierto punto tuvo modelos pero llegó un momento en el que tuvo que caminar solo. Si nosotros estamos aquí es en parte gracias a él. Es uno de mis mejores amigos, por no decirte el mejor, y yo me he fijado mucho en él para saber hacia dónde tenía que ir, deportivamente hablando. Siempre estoy pendiente de lo que hace, y lo mismo le pasa a mucha gente. Es bueno, aunque para él no sé hasta que punto, porque tiene que agobiarte mucho. Que todo el mundo se centre sólo en ti, ostras. En las motos por ejemplo hay un montón de españoles y está más o menos repartido, se habla de uno, de otro, ¿pero nosotros? Parece que sólo está Kilian. Él tiene el trabajo de entrenar, el de competir y, además, el de atender a todo el mundo. Quizá es un caso como el de Nadal, que todo el mundo se centra en él a pesar de que hay otros tenistas.

¿Qué sientes cuando te comparan con Kilian?

Me da la risa. Deportivamente siempre he crecido cerca de él, he aprendido mucho de él y en parte mutuamente, uno del otro, bueno, yo más de él que él de mí (se ríe), pero lo que hace él está a un nivel muy distinto. No superior ni inferior, sino distinto. No tengo palabras. La gente que me comprara con él creo que sabe muy poco lo que hace Kilian o lo que hago yo. Jamás me he planteado hacer nada de lo que hace él. Me sorprende que siempre esté tan motivado para correr, para entrenar… lo ha ganado todo, todo, y a pesar de eso siempre está motivado para competir.

¿Qué opinión te merecen deportistas como Josef Ajram, que gozan de una exposición mediática muy superior a su rendimiento deportivo?

Como él hay más de uno, y de dos. Le conozco, hemos coincidido alguna vez, pero ¡es un mundo que cae tan lejos de todo lo que yo he aprendido…! Es todo tan pensado, tan planificado, tan construido. Una vez nos encontramos en la Carretera de les Aigües y estaba todo el rato con una sonrisa forzada. Su forma de hacer las cosas no es igual a la mía. Es una persona que se sabe vender en el deporte como se sabría vender con cualquier otra cosa. Como él conozco a unas cuantas que no le van a la zaga y te preguntas hasta qué punto lo hacen por que realmente les gusta el deporte. Hay que reconocerle a Ajram que le tiene que gustar, porque aunque obtenga resultados mediocres entrenar las horas que entrena o te gusta o es imposible hacerlo. Así que más allá de la promoción, está claro que disfruta con lo que hace. Además, esa es su manera de hacer cosas y la respeto, solo que no tiene nada que ver con la mía. Pero conozco algunas alpinistas que no sabes si están en esto sólo para salir en la tele. Conoces a Ajram y te haces una idea de qué es un Ironman y conoces a Marcel Zamora y te llevas una completamente distinta. Los pones a los dos a correr en Niza y tampoco es lo mismo.

¿Te gustaría aparecer en otros medios más allá de Desnivel y otras revistas especializadas?

A mí me gustaría tener acceso a otros medios, llegar al gran público. Detrás de cada deportista hay una persona, una experiencia, una vivencia, y al fin y al cabo nosotros también estamos viviendo la vida de una manera distinta de lo habitual, igual que un escritor o un artista. En el mundo del deporte y de la montaña he conocido a gente muy interesante, con otras maneras de ver las cosas. Con los años cogeremos más experiencia que nos permitirá hablar de otras cosas y puede ser muy interesante conocer a la persona que esconde el deportista. He encontrado grandes personalidades en los grandes deportistas.

¿Quiénes han sido tus ídolos deportivos?

Nunca he tenido un ídolo, pero admiro a Mireia Belmonte, a Laia Sanz, a Gisela Pulido. Las admiro porque me da la sensación de que los jóvenes de hoy o bien pasan de todo o son tan creativos, innovadores, que quieren salirse de lo que está escrito. Estas chicas, deportivamente hablando, han sido muy creativas, han roto esquemas. Son una referencia: jóvenes, destacan en sus deportes, se abren camino en un entorno complicado… Lo fácil sería estudiar una carrera, buscarse un trabajo. Mireia estudia empresariales, se levanta a las cinco de la mañana, va a nadar, luego va a clase. Compaginar todo esto no es fácil y lo admiro.

¿Tienes alguna carrera mítica? ¿Algún sitio que tenga un significado especial para ti?

Pierramenta es una carrera que tienes que ganar alguna vez en la vida. Cuando no he participado he ido a animar y me lo he pasado muy bien. Es una experiencia impresionante. Me gustaría irme un par o tres de meses a Pakistán, aunque de momento el calendario no me lo permite. Es un país que no sé por qué siempre me ha atraído mucho, aunque si me preguntas qué me encontraré ahí no sabría decírtelo. Si tuviera que escoger una montaña me quedaría con el Cilindro de Marboré, al lado del Monte Perdido. Para mí tiene un significado especial porque estuve trabajando tres años en el refugio de Góriz, a los pies del Monte Perdido. El Cilindro está al lado y apenas sube nadie. Nos representa a nosotros: es una montaña más técnica, más difícil, tiene mucho más encanto, pero todo el mundo se va al Monte Perdido, que es más fácil. En el Cilindro puedes estar solo. Esto son muchas horas de darle vueltas al coco entrenando (se ríe), pero es la representación del espíritu de nuestro deporte. El Cilindro sería Marcel Zamora y el Monte Perdido sería Josef Ajram.

¿Cuál es la montaña más alta que la vida te ha puesto delante?

Siempre he encontrado un camino en las montañas que he ido escalando. La actitud delante de los problemas es muy importante. En las carreras, por ejemplo, hay gente a quien le pasa de todo, que cuando acaba siempre se está quejando. Pero la verdad es que a todos nos pasan cosas y lo importante es cómo te lo sepas tomar. Hay que relativizarlo, es muy importante y hay que aprender, aunque unas veces es más fácil que otras. Tienes momentos duros, de plantearte muchas cosas, pero todos pasamos por momentos así. Hay momentos en los que te preguntas dónde vas, de dónde vienes, qué estás haciendo, qué quieres. He tenido momentos duros, pero quizá para otra persona no lo son y pensaría que son una tontería.

¿Y la caída más dolorosa?

No hay ninguna caída en mi vida de la que no me haya levantado (después de mucho pensar), bueno, al psicólogo sí he ido algún día, ¿eh? (se ríe), pero son cosas a las que quizá les di demasiada importancia y tampoco tenían tanta.

¿Y tu mayor victoria?

Sé que sonará fatal, pero en la vida estoy triunfando. He tenido mucha suerte, pero la he buscado. Me siento una persona muy afortunada y cuando me preguntas por el fracaso creo que no tengo derecho a quejarme de nada porque me han pasado muchas cosas buenas en mi vida. Quejarme de algo sería menospreciar todo lo bueno que me está pasando. Hace cinco años, cuando entré al centro de tecnificación, empecé a andar hacia la victoria más grande de mi vida, pero todavía no ha llegado. Es mi manera de tomarme las cosas. Mi madre siempre dice que “no hay mal que por bien no venga”, y en cada cosa mala hay que encontrar la cosa buena que trae al lado. Quizá tardes en darte cuenta, pero allí está. La actitud con la que te tomas las cosas es muy importante y dice mucho de las personas. Cada cual se coge las cosas como quiere, pero por la vida pasamos una sola vez y hay que pasarla lo mejor posible. Cruzado, que pase otro, yo no. Yo soy la persona más feliz del mundo si puedo entrenar, si puedo competir… pero quizá dentro de un año seré la persona más feliz trabajando en una panadería. Ayer, tomando esa horchata, estaba la mar de a gusto. Todo tiene su momento especial, si sabes valorarlo. No hay una gran derrota, hay triunfos y puedes encontrar uno cada día si al final del día lo buscas. Si los quieres encontrar, los encontrarás, pero si no, no los encontrarás jamás.

¿En qué piensas cuando corres?

No me gusta pensar en problemas porque me entra ansiedad. Cuando pienso en resolver problemas, tengo que volver para apuntarlo. Si llevo media hora y me queda una hora y media más corriendo temo que se me va a olvidar y cuando llegue no me acordaré de nada. Así que no pienso en lo que tengo que hacer porque sino me agobio y me entran sudores que no son del esfuerzo. Cuando entreno pienso ¡uf!, ¡cómo estoy sufriendo hoy! O dejo la mente en blanco. A veces me pongo música, en mi iPod escucho desde Dusminguet, Marea, alguna de Chenoa, incluso, Anastasia, Madonna, Matinée, sesiones de DJ… hay una música para cada momento. Cuando voy en bici, si voy sola, porque si voy con gente no me pongo música, o escucho Enya para estirar las piernas, o techno hardcore, como DJ Zizou, cuando voy a ritmo. Corriendo las sesiones de hardcore no me gustan porque son demasiado rápidas, pero en la bici, para buscar la frecuencia de piernas, sí. Llevo sesiones de 45 minutos, pum, pum, pum… pero es algo que jamás me pondría en casa. En casa, depende de lo que haga. Si estoy limpiando, me gusta Macaco, también Amparanoia. Cuando tengo un rato libre miro películas o series, me gusta más que leer, que siempre me ha costado bastante. A pesar de que yo he crecido con el manga, con Bola de Dragón, el Dr. Slump, El Último Samurai… ¡ahora me he enganchado a Sexo en NY! Son cuatro amigas con una visión del sexo y la vida en general muy distintas pero que entre ellas se saben llevar bien. Me hace mucha gracia, creo que sus personalidades están muy conseguidas. Y mira que yo nunca me había enganchado a los culebrones catalanes, ni un minuto, ni en el záping… pero mira. De películas me gusta Rocknrolla, la manera como empieza es genial: “Queremos tener una buena vida. Algunos aman el dinero. Algunos las drogas. Otros el sexo, el glamour, la fama. Pero un rocknrolla… él es diferente. ¿Por qué? Porque un verdadero rocknrolla lo quiere todo.” Me hace mucha gracia, es la actitud. Quizá sienta una parte de mí reflejada en ella. No tengo suficiente con buscar esto o lo otro, sino que lo quiero todo. Soy una persona con muchas inquietudes y la ambición sana es buena, es lo que nos hace avanzar. Decir “quiero llegar ahí” y llegar ahí con tus propios medios. Ambición, motivación… no sé bien cómo usar estas palabras, todas tienen significados distintos pero a mí todas me suenan igual.

¿No te gustaría escribir un libro ahora que parece que hay un género literario embrionario entorno al atletismo: Kilian Jornet, Murakami, incluso Ajram?

No me lo he planteado, ni nadie me lo ha planteado. Hay gente que me lo pregunta. Pero un libro de correr… cuando has leído uno es como si los hubieras leído todos. Tienes que tener gracia y saber escribir para enganchar al lector. Hay cincuenta mil libros. Cincuenta mil libros buenos. Y tienes que ofrecer algo distinto. Me gusta escribir, llego a casa y escribo. Pero de aquí a publicarlo… son cosas que me guardo para mí.


1 comentario:

Anónimo dijo...

y esa fijación por josef ajram?, le sigo bastante y no le he escuchado pronunciar tu nombre ni una vez...