¿Como va tu lesión?
R.- En estos momentos parece que estoy notando una ligera mejoría, aunque después de 4 meses dando un paso adelante y otro atrás, intentando arrancar para tener que volver a parar, de presuntas mejorías, seguidas invariablemente de otros tantos decepcionantes empeoramientos, me lo tomo con mucha, muchísima cautela.
Ha habido ratos malos, muy malos, pero no me rindo; todavía no se ha inventado la lesión que me haga dejar de correr, aunque tengo asimilado que esta temporada los objetivos no deben ser muy ambiciosos. Hay que ser realista: de momento me tengo que con
formar con poder volver a correr, después ya veremos.
formar con poder volver a correr, después ya veremos.
P.- ¿Cuándo empezaste a correr?
R.- Lo mío es una vocación tardía, empecé a competir allá por el año 2003, con la edad de Jesucristo (creo que era una premonición del calvario que se me venía encima en los años siguientes). Al principio, cuando empecé a correr unos meses antes, entrenaba 3 días a la semana, y hacía algo de gimnasio (todavía no renunciaba a ser un cachitas, para impresionar a las chicas, ya sabes). Luego empecé a probar a competir en carreras locales y comarcales y, como no se me daba mal, decidí probar en la copa de España, quedando tercero. Hacia el final de esa temporada estaba fundido, me pillé una anemia brutal por entrenar a lo bestia, sin ningún control, hasta que tuve la suerte de encontrarme y empezar a entrenar con Víctor López, mi entrenador desde aquel día hasta hoy, que me sacó del agujero y me puso de nuevo en el candelabro, como diría aquella.
R.- Entreno 6 días a la semana, alternando días duros con días menos duros. En los primeros hago lo normal en estos casos: series cortas, medias o largas, en plano o en subida, ritmos controlados, técnica de carrera, un poco de gimnasio (poco estos últimos años) y todos los domingos un rodaje largo por montaña de entre dos y cuatro horas, dependiendo del momento de la temporada.
P.- ¿Te alimentas de una forma especial?
R.- Trato de alimentarme de manera lo más sana posible, aunque ya lo hacía desde antes de empezar a correr. De hecho, durante 8 años llevé una dieta semivegetariana, sin probar apenas la carne, y obtuve resultados muy buenos, deportivamente hablando (mis 3 primeros campeonatos de España y mis dos Copas de España, por ejemplo) pero tenía muchos problemas con el hierro y tuve que dejarlo. Ahora llevo la misma dieta rica en carbohidratos y proteínas -es un error olvidar las proteínas en la dieta del corredor, por lo menos en lo que a mí respecta- y pobre en grasas, solo que un par de veces a la semana me zampo un buen solomillo.
P.- ¿Descansas alguna parte del año, o sólo paras cuando estás lesionado?
R.- Descanso siempre 2 o 3 semanas a final de temporada. En los primeros años descansaba un mes entero, pero me costaba muchísimo poner el cuerpo en marcha después, provocándome incluso alguna de las lesiones típicas de la gente que empieza a correr de nueva, periostitis y este tipo de cosas. Durante el resto de la temporada puedo intercalar algún periodo más suave, pero no paro del todo a no ser por una lesión.
R.- Desde que compito a nivel de élite, solo practico otros deportes como complemento a
mi entrenamiento, y estos deportes se limitan a bici de carretera y montaña, cuando tengo las piernas muy cargadas o con riesgo de lesión, y muy ocasionalmente piscina, aunque esto último no me gusta nada, a pesar de trabajar en las instalaciones deportivas de La Granja y tener mi despacho precisamente en la piscina cubierta. Me da mucha envidia no poder practicar otros deportes, pero suelo estar tan cansado cuando termino de entrenar, que no tengo ganas más que de derrumbarme en el sillón, cosa que tampoco puedo hacer, por otra parte, debido a mis obligaciones laborales y familiares, como todo el mundo. Además soy demasiado competitivo, y no me resulta fácil controlarme en ese sentido, por lo que resulta “arriesgado” ponerme a hacer otros deportes. Cuando deje de competir a nivel de élite sí que me gustaría disfrutar de la práctica de otros deportes como simple aficionado.- ¿Crees que la MiM requiere un entrenamiento especial?
R.- Creo que toda carrera necesita de un entrenamiento lo más adaptado posible a sus características, dentro de lo posible y siempre dentro de las posibilidades físicas de cada cual. La MIM, además, es una carrera de ultrafondo, por lo que es indispensable hacer tiradas largas a ritmo moderado dentro de los entrenamientos, para acostumbrar al organismo a la situación que después se encontrará en carrera. Por lo demás, es una carrera de montaña, y el entrenamiento no tiene por qué ser muy distinto de otras de su estilo.
P.- ¿Tienes agujetas alguna vez?
R.- Por supuesto, muchas. Las agujetas son la evidencia de que no te estancas, sino que obligas al cuerpo a ir superando sus límites. Otra cosa distinta es la intensidad de esas agujetas; si son demasiado intensas probablemente es que te has pasado, y seguramente eso te perjudicará de cara al próximo entrenamiento. En cualquier caso, reconozco que siempre he pecado más por exceso que por defecto; soy de los que, si hay que hacer 10 hago siempre 11 y nunca 9.
P.- Como no puede ser de otra forma, se nota que estás encantadísimo con tu hijo. ¿Te afecta la paternidad? ¿Te quita mucho tiempo de entreno?
R.- Tener un hijo te cambia la vida en todos los sentidos y tu actividad como deportista no es una excepción. Es una experiencia única, connatural a tu evolución como ser humano. Te limita, sí, qué duda cabe, pero te resarce con creces por otro lado. Yo empecé a correr muy tarde, como comentaba antes, con una vida ya muy hecha, muy encauzada, y eso sí que me ha condicionado a la hora de salir a competir al extranjero, por ejemplo. De haberme pillado esto más joven, sin compromisos familiares, es probable que cada verano hubiera ido a hacer las Italias, por ejemplo, y me hubiera prodigado más por ahí afuera.
Afortunadamente, mi mujer trata de descargarme lo máximo que puede de mis responsabilidades paternas para que pueda entrenar con toda la normalidad posible.
P.- Hay gente que piensa que con la edad uno va a menos, que tiene que cuidarse... ¿te notas tan en forma como siempre?
R.- Evidentemente los años se notan, pero aún así, físicamente me siento en una excelente forma todavía, o eso creo al menos. Es indudable que el tiempo no perdona y que esa batalla todos la perdemos tarde o temprano. Por ahora, no obstante, noto más el cansancio desde un punto de vista psicológico, mental, que físico. Por suerte siempre he tenido muy buenas condiciones físicas, heredadas sobre todo por vía paterna. Tanto mi padre como mis tíos eran -y todavía son, algunos de ellos-, gente muy aguerrida, muy hecha al trabajo duro, de cuerpos muy fibrosos muscularmente, lo que me ha dotado de una excelente herencia genética en ese sentido. Por otra parte siempre he llevado una vida muy sana, casi espartana; nunca he fumado, nunca he bebido, me va poco la juerga de salir por las noches etc, lo que supone una gran ventaja a la hora de seguir unas pautas de conducta deportiva correctas. Quizá uno de los puntos en que más noto la edad es en la recuperación de los entrenamientos. Antes te metías una paliza y al día siguiente podías meterte otra. Ahora tienes que dejar pasar algo más de tiempo. Pero creo que el abuelo todavía puede dar algo de guerra, antes de quedar solo para contar batallitas.
P.- ¿Te pones nervioso antes de una carrera? ¿Duermes bien? Y, si tienes nervios, ¿cómo los combates?
R.- Sí, es inevitable sentir siempre algo de miedo escénico. En mi caso concreto estos años han sido duros porque tanta victoria tiene una contrapartida, y es que es que a todas las carreras posteriores vas siempre con la vitola de favorito. Es difícil hacer comprender a la gente que por mucho que seas campeón de lo que sea, aunque sea del universo, cada carrera es una reválida y que si no entrenas y te lo curras como un… pues eso, que no te comes un colín. La victoria es algo sublime, para mí, no lo puedo negar. Es el motor que me ha movido todos estos años. Sé que lo políticamente correcto es decir que lo importante es participar y disfrutar de la carrera, la naturaleza, el compañerismo etc, y es cierto, pero también creo que siempre hay algo de frívolo, de gesto de cara a la galería cuando se dicen estas cosas. Seamos sinceros: a todos nos encantaría ganar, lo que pasa es que luego cada cual tiene sus prioridades y su carácter, y hay quien se deja la vida para intentar conseguir el triunfo y hay a quien no le interesa tanto y prefiere disfrutar más y sufrir un poco menos. Las dos posturas son igualmente legítimas y respetables. Yo desde luego no hubiera entrenado como lo he hecho en estos años si no hubiera sido para intentar ganar. Eso me ha dado muchos triunfos, pero también me ha quitado mucho disfrute del deporte en sí. Pero respondiendo a la pregunta, no duermo bien el día anterior a la carrera pero eso no es un problema, porque lo cierto es que duermo muy poco siempre, con lo cual no me afecta mucho el dormir poco ese día y encima tener que madrugar para correr. La manera en que controlo los nervios, es convenciéndome de que el trabajo hecho y todo lo conseguido en estos años lo llevo dentro, y esa es mi mayor fuerza. Ante una carrera importante trato de mentalizarme para soportar el sufrimiento y estar a la altura de las circunstancias.
R.- Como comentaba antes, con tiradas largas por montaña, en este caso algo más largas de lo habitual, de 4 o 5 horas o incluso algo mas, pero a ritmo lento. El resto de la preparación no lo variaría con respecto a otras carreras por montaña.
P.- ¿Puede ser malo participar en una maratón un mes, o dos meses, antes de la MiM?
R.- Todo depende del ritmo al que lo hagas. Si lo haces con moderación, sin fundirte ni sobrepasar los límites de lo conveniente, sabiendo que lo que estas preparando es la MIM, y que lo demás, sea con o sin dorsal, es entrenamiento, no solo no creo que sea perjudicial, sino que en mi opinión puede ser muy beneficioso, pero como digo, siempre y cuando te controles al máximo para no pasarte de ritmo.
R.- Todo depende del ritmo al que lo hagas. Si lo haces con moderación, sin fundirte ni sobrepasar los límites de lo conveniente, sabiendo que lo que estas preparando es la MIM, y que lo demás, sea con o sin dorsal, es entrenamiento, no solo no creo que sea perjudicial, sino que en mi opinión puede ser muy beneficioso, pero como digo, siempre y cuando te controles al máximo para no pasarte de ritmo.
P.- ¿Te alimentas de forma diferente la semana o dos semanas antes de la carrera así de larga?
R.- Procuro meter algo más de hidratos de carbono, como es normal, y trato de beber algo más de agua, pero en general no soy de variar mucho mi alimentación de cara a la competición, porque mi alimentación, tal y como es, ya está pensada precisamente para eso, para entrenar y competir.
P.- Y el día de una carrera, ¿qué comida recomiendas?
R.- Yo suelo desayunar papilla con cereales, y como proteína algún yogur líquido. La papilla normal, la de los niños, la de toda la vida, te da toda la energía del mundo y encima es muy fácilmente digerible. Recuerdo que hace algún tiempo llegué a enviar mi palmarés a una marca de papilla para niños a ver si me patrocinaban con sus productos, pero no me hicieron mucho caso. Me figuro que pensarían: “este tío está como una chota”. En mi caso elijo estos alimentos ademas de por su fácil digestibilidad, porque a mi me gustan. Procuro desayunar tres horas antes de la competición, lo que dado lo pronto que suelen empezar las carreras por montaña no es tan fácil; a veces se te junta la comida con la cena. Si antes de empezar la carrera me entra hambre me como una barrita..- Teniendo en cuenta el perfil de la carrera, ¿qué tipo de calzado crees que es mejor? ¿uno ligero, aunque no sea muy montañero?
R.- Nunca me gusta generalizar con el tema de las zapatillas. Si algo he aprendido al respecto en estos años es que no hay dos pies iguales y lo que a mí me va bien puede que a otro le siente como un tiro. Ahora llevo siempre lo último, lo más ligero, lo más caro, pero hace años, cuando me tenía que comprar las zapatillas, me ponía lo que tenía y podía. Mi amigo Carlos Marquina se hacía cruces hace algunos años, cuando me vio ganar una prueba de Copa del Mundo llevando unas pesadas Trabuco. Creo que lo que debe primar es la comodidad.
R.- Nunca me gusta generalizar con el tema de las zapatillas. Si algo he aprendido al respecto en estos años es que no hay dos pies iguales y lo que a mí me va bien puede que a otro le siente como un tiro. Ahora llevo siempre lo último, lo más ligero, lo más caro, pero hace años, cuando me tenía que comprar las zapatillas, me ponía lo que tenía y podía. Mi amigo Carlos Marquina se hacía cruces hace algunos años, cuando me vio ganar una prueba de Copa del Mundo llevando unas pesadas Trabuco. Creo que lo que debe primar es la comodidad.
P.- Por último, después de una prueba así, ¿cómo se recupera un campeón? ¿haces unos días de reposo?
R.- Por supuesto. La pauta que sigo normalmente a este respecto es la de descansar totalmente al día siguiente, hacer bici suave el segundo, bici algo más fuerte el tercero, trotar suave el cuarto, hacer algo de calidad corriendo el quinto, aunque no al cien por cien, trotar suave el sexto y volver a rodar por montaña el domingo siguiente a la competición.
Si la carrera ha sido excesivamente dura y he terminado demasiado roto, hago bici hasta que me siento recuperado del todo, sin importar cuantos días sean.
P.- Después de tanta experiencia, debes haber vivido cosas divertidas. ¿Nos puedes contar alguna? Por ejemplo, ¿te ha perseguido alguna vez un perro y has tenido que subirte a un árbol?
R.- Efectivamente, después de tantos años corriendo, uno tiene sus anécdotas que contar, y ya que lo mencionas empezamos con una de perros.
El año pasado, entrenando con mi primo el recorrido de la Zumaia Flysch Trail, que debíamos correr al día siguiente, pasamos por una zona del recorrido que discurría por una propiedad privada por la que solo se puede transitar el día de la carrera. Íbamos tan tranquilos, cuando de pronto nos salió al paso un enorme perrazo con intenciones más que aviesas. Ante tal situación yo puse pies en polvorosa dejando al perro que se entretuviera con mi primo, que se quedó algo más atrás sin poder pasar, pero el animalito, seguramente tras sopesar la situación y constatar que la presa que se le ofrecía – 50 kilos de pellejo y huesos- era de poca sustancia y no merecía la pena comérselo, optó por una solución pacífica del conflicto y, aunque dando evidentes muestras de malhumor, le dejo pasar intacto a reunirse conmigo.
Otra vez, siguiendo con el reino animal, se enamoró de mí un recio mulo en el Maratón Alpino Madrileño. O eso creía yo cuando le vi venir, lanza en ristre, enseñando los dientes y relinchando (o lo que hagan los mulos cuando están cachondos) galopando hacia mí como si eso fuera, en vez de la sierra del Guadarrama, el hipódromo de la Zarzuela. Al final, cuando ya estaba por tirarme a la cuneta y rodar fuera del camino (y eso que me estaba jugando el tercer puesto en el campeonato de España) se me rompió el corazón al constatar que el ingrato mulo pasaba de largo sin decirme ojos negros tienes, y que lo que perseguía su lascivia era una recua de hermosas yeguas con sus respectivos jinetes, indiferentes ambos a lo que se les venía encima, nunca mejor dicho. Desgraciadamente no pude quedarme a ver si la cosa terminó en boda.
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